Por Fabian Rogel
El distintivo será una boina blanca, la insignia una escarapela blanca, rosada y verde, la consigna es “patria o muerte”, y se descarta que en caso de triunfo el presidente será Leandro Alem.
Con esta consigna, donde funcionaba el parque de artillería, la actual plaza Lavalle de Buenos Aires, se dieron cita los revolucionarios radicales el 26 de julio de 1890, y dieron origen a la primera revolución radical denominada la Revolución del Parque.
Primero, se habían reunido a escuchar al político más prestigioso que tenía el país en ese momento, que era Leandro Alem, en el jardín Florida. Luego, con la adhesión de casi todos los sectores de la sociedad porteña, incluyendo al General Campos, se decidió tomar al toro por las astas, y hartos del régimen falaz y descreído que había sumido al país en una entrega y una corrupción donde la enajenación del Ferrocarril Oeste fue el punto de inflexión junto con la timba financiera, decidieron por las armas poner fin a tanta ignominia.
La Revolución del Parque, del 26 de julio de 1890, fue el acto fundacional para que el 26 de julnio de 1891 diera origen a la Unión Cívica Radical.
La Revolución fue vencida puesto que en frente estaba el denominado ejército nacional, conducido por Juárez Celman y quienes ostentaban el poder en el país.
Tal vez, el título del diario La Nación refleja con mayor claridad y precisión como concluyeron las cosas, allí se dijo “la revolución ha fracasado, pero el gobierno está muerto”.
Hoy, como ayer, para los que están confundidos, y tienen temor y demasiadas precauciones para definirse frente a los poderosos, confundiéndose con los conservadores, la consigna es la de Moisés Lebensohn, “No soy de los que cree que definirse resta”.